Cuando me invitaron a ser parte de Empresas Conscientes, fue una invitación-no sólo a un desafío- fue una invitación a aprender, creer y sobre todo hacer, fue una invitación a dejar de buscar culpables, dejar de establecer escenarios de víctima y pasar a tomar espacios protagónicos y sobre todo buscar generar cambios con acciones concretas, proactivas, plurales y con una necesidad imperiosa de hacer y buscar cambios a través de la acción más que de la discusión en sí misma que queda- en innumerables ocasiones- en sólo lindas palabras y anhelos en el viento.
Cuando me hablaron que hacer una ruta de Empresa Consciente, porque todos hacemos rutas en nuestras vidas-los cambios en 180 grados o sin errores no existen- caminos que nos permiten irnos desarrollando, que nos permiten evolucionar y aprender de cada acierto o error cometido. Cuando me hablaron de que ese camino era posible en las empresas, sí las mismas que están constantemente en el ojo del huracán, las mismas que nos muestran los medios constantemente en actos abominables de colusión, mal trato laboral o incumplimientos mínimos de igualdad y equidad, en esas empresas era posible, pero era posible cuando esas se planteaban un propósito de aporte y rol en un ecosistema virtuoso para todos, cuando establecen liderazgos conscientes, horizontales y dialogantes, cuando creas cultura y todos los seres humanos que ahí trabajan se sienten parte, se hacen parte y sienten que esos valores y esas condiciones son dignas, dan felicidad y sobre todo la siente como de ellos. Cuando esa misma cultura, propósito y liderazgo se traspasa a los proveedores, comunidades, etc. Pues bien, ahí es cuando comienza la ruta de una empresa consciente.
Errar es humano y enmendar también lo es, ¿Por qué es más fácil culpar, apuntar y condenar?, es que muchas veces nos creemos con el derecho- por un tema de sociedad- de ser jueces de las causas ajenas, pero cuando nos toca o ronda alguna situación compleja, somos los primeros en escudarnos bajo la exclamación de ¡yo no fui!, ¡jamás haría eso!, ¡yo no tengo la culpa!, ¡yo no quería!, y así tantas otras exclamaciones que sólo nos muestra lo poco consecuentes que somos. Debemos dejar claro que los errores son humanos, siempre van a existir, pero no por el error de unos pocos podemos condenarlos a todos, dejemos de decir la empresa actuó mal, porque los que actuaron mal fueron un grupo de individuos bajo el nombre de dicha empresa y el otro 98% de seguro son personas honestas y que les da tanto o más rabia que uno como ciudadano común.
Esto es una excusa para las personas de empresas que han actuado mal-podrían afirmar algunos- no, no lo es. Esto es una forma de mostrar cuan fácil es destruir y cuán difícil es construir. Por ello tomé feliz el desafío, porque acá se construye, acá se trabaja en equipo, acá todos valemos lo mismo en lo humano y laboral, porque acá sí creemos en hacer más y mejores empresas, porque acá no demonizamos el lucro- todos de una u otra forma lucran- porque acá hay pluralidad ideológica, de credo y de experiencias de vida, porque acá se trabaja en materias concretas, capacitando, investigando, actuando de puente entre la sociedad y las empresas, acá preguntamos ¿Qué empresa queremos?, porque acá tenemos una plataforma comunicacional para también decir las cosas buenas que se hacen, porque donde vivimos es más fácil y vende más mostrar lo malo, porque acá nos sentimos orgullosos de trabajar con empresas, empresas que en sus tiempos van haciendo un camino distinto-siempre sabiendo- que los errores pueden venir, pero eso no significa que la lucha debe acabar.
Esperamos que este 2017 sea un año lleno de crecimiento, lleno de aporte y sobre todo lleno de consciencia, los esperamos a todos en nuestras actividades, redes sociales, comentar, diferir y proponer, porque así – en equipo y conjunto- se construye un mundo mejor.